Un día bien pinche raro

 

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Lo que en un principio parecía un chiste de mal gusto, algo imposible de consumarse, se hizo realidad. En una maratónica jornada, Donald Trump ganó las elecciones por la presidencia de los Estados Unidos. Nunca olvidaremos aquel ocho de noviembre del año 2016.

El día comenzaba con relativa tranquilidad. Las últimas encuestas colocaban a Hillary Clinton 4 puntos por encima de su rival, una diferencia quizá no muy amplia, pero si suficiente como para pensar que la pesadilla no se haría realidad.

La pequeña aldea de Dixville Notch, New Hampshire, se convertía en la primera en dar sus resultados, dando cuatro de sus siete votos posibles a la candidata demócrata. No sé por qué me imagino que en ese pueblo solo vive una decena de viejitos buena onda. Por favor, si algún Dixville Notchense lee esto corríjame en caso de ser necesario. En fin, una victoria insignificante, pero que por alguna razón nos daba aún más tranquilidad.

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Ahora que lo pienso, es estúpido que nos hayamos sentido así. Es como si creyéramos que el electorado de Los Aldama, Nuevo León, fuera a ser determinante para elegir a nuestro próximo presidente.

En Internet sucedía lo de siempre. Los chistes de Cruz Azul y Enrique Peña Nieto se reciclaban una y otra vez.

Estábamos al pendiente, pero a la vez tranquilos. Todo marchaba en órden.

Para las cinco de la tarde, las casas de apuestas seguían colocando a Hillary como amplia favorita para ganar la contienda.

Para los que no entiendan, les explico. Si a esa hora hubieras apostado 100 pesos a que Trump ganaba, ahorita tendrías 600 pesos extra en tu cartera.

El #MannequinChallenge del equipo de Hillary se viralizaba. Ya saben, ella era una candidata millenial buena onda que conecta con la chaviza. Siempre al día como el mismísimo Barack Obama. Si, es sarcasmo.

Y mientras todo esto sucedía, Facebook se comportaba como Facebook. Las jocosas peticiones al Festival Pa’l Norte hacían acto de presencia…

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El tiempo transcurrió y algunos estados comenzaron a cerrar sus urnas. De manera gradual veíamos resultados que sorprendían a más de uno y el terror comenzó a apoderarse de las redes sociales.

El mapa de los Estados Unidos se llenaba de rojo, pero llegaron los nuevos expertos en política internacional a tranquilizarnos, a decirnos que esto era normal. No era más que un producto de las zonas rurales, las primeras en reportar, esas habitadas exclusivamente por miembros pro-Trump del Ku Klux Klan.

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Contaba los minutos para que la población intelectual pro-aborto de las grandes ciudades hiciera acto de presencia, pero el equipo de Hillary Clinton publicó un tweet que rápidamente nos dio la impresión de que la derrota era inminente.

De un momento a otro, los indicadores del New York Times y las líneas de apuestas cambiaron drásticamente. Donald Trump era el nuevo favorito para ganar la contienda.

Pongo un tweet mío porque tengo el ego de Donald Trump.

Portales como Pictoline y Sopitas, siempre imparciales y líderes contemporáneos de la información, comenzaron a caer en una crisis de pánico mientras el Partido Republicano avanzaba.

Cada minuto era un paso más de Donald Trump hacia la Casa Blanca. Esos estados que solo escuchas cada cuatro años o cuando su equipo llega a un tazón colegial seguían sumando votos para el llamado nuevo Hitler. Las posibilidades de que Hillary remontara terminaron por desaparecer.

Llegó el momento que me rompió el corazón. Ver al mismísimo Captain America derrotado y con la moral por los suelos hizo que me cayera el veinte de lo que estaba sucediendo. No estoy bromeando.

https://twitter.com/ChrisEvans/status/796219890239733760

Ya valió verga…

El sentimiento en general era de tristeza, pero no faltaron aquellos que tomaron la situación con humor. Somos México y eso es lo que hacemos.

https://twitter.com/axelnovoa/status/796196748041469952

Hillary no siguió con el protocolo y en vez de salir a dar un mensaje de esperanza y agradecimiento a sus seguidores, mandó a su director de campaña a lidiar con el público. Les dijo que se fueran a sus casas a descansar. En mi opinión, le faltaron huevos (En sentido figurado, ya sé que las mujeres no tienen testículos) a la candidata. De cierta forma sentí alivio de que no se convirtiera en la máxima dirigente del mundo libre.

Y era hora de que el multimillonario de la cabellera chistosa hiciera acto de presencia para celebrar su victoria.

Esperaba verlo con el ceño fruncido, caminando al ritmo de la marcha imperial mientras la death mark aparecía en el cielo. Imaginaba que al terminar su discurso sacrificaría a un mexicano, un afroamericano y a un musulmán como ofrenda a los líderes reptilianos que dirigen su andar. Nada más alejado de la realidad.

Vi a un Donald Trump sonriente, conmovido y agradecido. Uno que impulsaba la unión del pueblo americano.

¿Realmente su mandato será tan malo como lo pintaron? Ojalá y no…

Hoy despertamos con un desmadre en cuanto al precio del dólar y movimientos alarmantes en las principales bolsas del mundo. Se respira un aire de incertidumbre notablemente más cargado hacía el lado pesimista. Hashtags como #YaNosCargóElPayaso#BienvenidoPaisano son TT en Twitter.

¿Qué chingados va a pasar? No tengo puta idea. Pero de lo que si estoy seguro es que nunca olvidaremos aquel ocho de noviembre del año 2016.

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